Alrededor del año 1939, Adolf Butenandt, químico alemán, por medio de la orina extrajo una cierta cantidad de la hormona masculina, el andrógeno y que en años después logró sintetizar artificialmente. Años más tarde, científicos descubrieron una hormona mucho más fuerte, llamándola testosterona, sin embargo, no conocían enteramente la función de esta nueva hormona.
Un dato muy curioso es que el gobierno nazi hizo que Adolf Butenandt rechazara el premio nobel; además, se cree que los soldados alemanes eran forzados a recibir testosterona para que así fueran más agresivos.
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